Francia entra en una nueva crisis institucional. Desde el fallido adelanto electoral de 2024, el país galo atraviesa una fuerte inestabilidad política marcada por la ausencia de mayorías parlamentarias estables y una deuda pública que ronda el 114% del PIB.
El primer ministro francés perdió una moción de confianza en el Parlamento con 194 votos a favor y 364 en contra. Ahora, Emmanuel Macron tiene la opción de nombrar un nuevo primer ministro, conformarse con un Gobierno provisional o disolver de nuevo la Asamblea Nacional y convocar elecciones.
Macron se verá ahora obligado a designar a un quinto jefe de Gobierno desde el inicio de su segundo mandato en 2022, alguien capaz de sacar adelante un presupuesto en un Parlamento profundamente fragmentado.
La ruptura de la izquierda salva al gobierno francés de dos intentos de destitución
François Bayrou, nombrado primer ministro hace menos de un año tras la destitución del conservador y exnegociador del Brexit, Michel Barnier, perdió su apuesta política al someter a un inusual voto de confianza su controvertido plan presupuestario para 2026.
Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, dijo que «el verdadero reinicio sería la dimisión del presidente francés. El presidente solo tiene una opción: convocar nuevas elecciones y dejar que el país decida». Macron, sin embargo, ya adelantó que no contempla las legislativas anticipadas como primera alternativa.
Mientras tanto, el clima social es cada vez más denso. Varios colectivos convocaron huelgas nacionales para este miércoles y los principales sindicatos preparan paros y manifestaciones para el 18 de septiembre contra los recortes presupuestarios previstos.
François Bayrou.
En el centro de la disputa se encuentran las delicadas finanzas públicas francesas. El déficit del año pasado alcanzó el 5,8% del PIB , casi el doble del límite del 3% fijado por la Unión Europea, mientras que la deuda nacional supera los 3.300 millones de euros, el equivalente al 114% de la producción económica.
Bayrou defendió la necesidad de aplicar ajustes drásticos y planteó un plan de ahorro de 44.000 millones de euros hasta 2026, que incluye incluso la supresión de dos días festivos.
Macron nombra a un primer ministro de centro para salir de la crisis
«Nuestro pronóstico vital está en juego. Francia no ha tenido un presupuesto equilibrado en 51 años», advirtió en su discurso, recordando la «increíble sucesión de giros del destino desde 2020»: la pandemia, la guerra en Ucrania, la escalada de los precios energéticos y la inflación.
En este escenario de crisis, el gobierno volverá a apelar a la estrategia de reunir a los bloques moderados para evitar un premier de ultraderecha o de extrema izquierda, la Francia Insumisa que reclama su potestad de imponer un nombre por haber sido la fuerza más votada en las elecciones legislativas.
