La defensa del bolsonarismo a los aranceles de Trump como mecanismo de presión a la justicia brasileña pone en una situación imposible a la derecha, especialmente al gobernador de San Pablo, Tarcisio Gomes da Freitas.
La centralidad de Eduardo Bolsonaro como promotor de las sanciones contra su propio país se volvió en un disciplinador para todos los líderes de derecha que necesitan de los votos de Bolsonaro para competir en las elecciones de 2026 ante la inhabilitación del ex presidente.
La presión de Eduardo a Tarcisio fue clara cuando el ex ministro de Bolsonaro dijo que «estaba mirando a San Pablo y sus industriales». «Si usted mirara cualquier parte de nuestra industria o comercio estaría defendiendo el fin del régimen de excepción que destruirá la economía brasileña y nuestras libertades. Pero como para usted la sumisión servil a las élites es sinónimo de defender los intereses nacionales, no espero que lo entienda», lanzó en sus redes el hijo de Bolsonaro.
Luego, posteó otro texto el que cuenta la existencia de una charla mediada por un periodista bolsonarista en el que resume: «Se expresaron puntos de vista de ambos lados y la conclusión fue que ambos actúan con las mejores intenciones en beneficio de los brasileños».
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Tras ese episodio, Tarcisio hace un equilibro imposible entre la gestualidad con Bolsonaro y el perfil de gestión que le demanda los sectores económicos de su estado. En ese sentido, se reunió con Gabriel Escobar, Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Brasil para abordar las consecuencias del arancel para la industria y la agricultura brasileñas, así como su impacto en las empresas estadounidenses.
«Iniciaremos un diálogo con las empresas de São Paulo, con base en datos y argumentos sólidos, para buscar soluciones efectivas. La negociación es esencial. Las narrativas no resolverán el problema. La responsabilidad recae en quienes ostentan el poder», dijo.
Eduardo Bolsonaro en la última cumbre de la CPAC en Estados Unidos.
Los Bolsonaro miran de reojo a Tarcisio, no confían en el compromiso con la causa y lo ven como un oportunista que quiere heredar los votos para llegar al poder y negociar con el sistema. En ese punto, buscan forzar un compromiso futuro para un indulto a Bolsonaro que lo pondría en una confrontación directa con la Corte Suprema, cada vez con más poder en Brasil.
Sin embargo, el gobernador paulista sufre en las encuestas la caída de la intención de voto y el crecimiento del rol del vicepresidente Geraldo Alckmin en la relación con empresarios paulistas. Lula busca poner toda la carne al asador en San Pablo, con Alckmin como candidato a gobernador y Fernando Haddad y Simone Tebet como candidatos para el Senado.
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En el entorno de Tarcisio le recomiendan tomar distancia porque tanto Eduardo como Flavio Bolsonaro están cerca de cometer el delito de obstrucción a la justicia.
Las cartas de la derecha para las elecciones de 2026 son complejas. Sin una avenida del medio que recupere el sentir moderado de los liderazgos históricos como Fernando Henrique Cardoso, Bolsonaro parece más inclinado por algunos de sus hijos o por Tarcisio con un Bolsonaro de vice como forma de rodearle la manzana.
El interrogante por estas horas es cuanto está dispuesto a soportar el gobernador del estado más poderoso de Brasil con tal de conseguir la bendición para la candidatura presidencial.
