MEMORIA Y DESACATO EN UN GESTO: IMPRESIONES DE LA RETROSPECTIVA DE LA ARTISTA CHILENA LOTTY ROSENFELD EN BUENOS AIRES

Memoria y desacato en un gesto: impresiones de la retrospectiva de la artista chilena Lotty Rosenfeld en Buenos Aires

Con fotografías, videos, afiches y serigrafías seleccionadas por la ensayista y curadora Nelly Richard se despliega simultáneamente en el Centro Cultural Matta y el Parque de la Memoria la esperada retrospectiva “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, que reúne obras de la artista chilena creadora del NO+ y conocida por señalar las calles con cruces como gesto de desobediencia durante la dictadura pinochetista.

Se trata de una retrospectiva concebida como “hito conmemorativo de los 50 años del golpe de estado en Chile” inaugurada en septiembre de 2023 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile y que llega por fin a Buenos Aires estableciendo puntos de contacto en las historias hermanadas de ambos países que no pueden sustraerse al ahora.

La artista

Es así que la obra de Lotty Rosenfeld (1943-2020), gracias  a la Fundación homónima creada por los hijos de la artista en 2021, es mostrada tras un año de intenso trabajo por parte de la destacada académica Nelly Richard y la investigación de la historiadora Mariairis Flores, ambas chilenas.

La elección temporal de la primera retrospectiva latinoamericana responde “a la importancia de la obra de Lotty que ha recorrido distintas fases desde la dictadura a la postdictadura y es sobre todo una obra que ha reconjugado la memoria de distintas maneras, además de tratarse de una artista mujer muy significativa y decisiva en el arte chileno contemporáneo”, expresa Nelly Richard en diálogo con Somos Télam.

La muestra inaugurada en el Centro Cultural Matta de la Embajada de Chile en Argentina y en la Sala PAyS (Presentes Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria, el inmenso memorial de las víctimas del terrorrismo de Estado ubicado junto al río, abarca dos dimensiones de Rosenfeld y se propone complementaria.

Ahora bien, la exposición se completa en la otoñal Buenos Aires con textos de referencia sobre las “acciones de arte” realizadas por la artista pionera en el uso del vídeo desde principios de los 80 y el videoarte, algo que adquiere relevancia sobre todo “por la reflexión en torno al archivo, el registro, a la producción de memoria”, según Richard.

¿Pero cómo comprender quién es Lotty Rosenfeld, una artista que estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile (1963-1968) dedicada a la obra gráfica y que desarrolló la acción “Una Milla de Cruces sobre el Pavimento” en diciembre de 1979? Simple: explorar esas más de 70 obras entre fotografías y videos, serigrafías y documentos que componen la muestra desdoblada y la presentan, entre distintos proyectos, trazando cintas blancas sobre líneas de calles transformadas en cruces y con la tensión en su rostro, como señala Richard, en tiempos de represión y muerte.

Con los años, recorrió Corea del Sur, Estados Unidos, Alemania, España y Cuba, entre otros destinos, multiplicando el signo de la cruz, llegando a participar junto a Paz Errázuriz del envío oficial chileno a la 56 Bienal de Venecia de 2015 bajo el nombre “Poéticas de la disidencia” curada por Richard.

“Hay una continuidad en la obra de Lotty pero siempre en el doble registro de las acciones en el paisaje y del trabajo de video y videoinstalaciones”, establece Richard para “ese arte del resquicio, de estrategia múltiple” de Rosenfeld.

La muestra

“Una milla …” impulsa la curaduría a partir del gesto “poderoso y audaz” como define la ensayista porque “trabajar en la exterioridad pública en un país bajo dictadura, hacer un gesto aparentemente inofensivo” de cruzar la línea vertical que divide el eje de calzada con una horizontal usando “una simple venda de género” que connota “lo femenino de lo textil pero también algo destinado a curar una herida en un país de cicatrices”, hace de ese gesto un llamado de “atención sobre la funcionalidad de los signos”, resume.

Es un gesto de desobediencia y transgresión hacia un orden social prefijado “metafóricamente” en esas líneas, un “negarse a seguir un camino pre-trazado, obligatorio, en definitiva, un gesto que tenía un potencial metafórico desde lo mínimo, desde lo más discreto”, que a su vez “involucra una reflexión sobre sistemas de comunicación, roles, represiones, uniformización de los cuerpo y la conducta”, hechas por una mujer.

Entonces, desde ese gesto Rosenfeld marca lugares relacionados con el poder económico y político como el de la Casa Blanca pero también la Plaza de la Revolución en Cuba o el muro de Berlín o la frontera de una Alemania repartida. Es, en palabras de la curadora, “una obra cuyo potencial político se va desplazando” y lleva a la artista a editar sus registros en video para cruzarlos “con acontecimientos internacionales” y trabajar con una memoria “en tensión y diálogo o confrontación con el presente”.

“Esta línea es mi arma”, decía Rosenfeld, citada por la ensayista y curadora..

Así, un mismo gesto en “intersecciones de contextos heterogéneos hacen que la cruz tenga una multisignificación -indica Richard- sobre formas de imponer el orden, obediencia – desobediencia, pero siempre en ese adentro y afuera de las instituciones”, descartando “dicotomía del adentro y del afuera”. 

“La exterioridad social y pública con el cuerpo como vector, y un trabajo muy riguroso y poético en los videos donde conjuga fragmentos de memoria con una densidad política, y también dispara poéticas del margen, de la subalternidad, de la disidencia sexual”, resume.

Un arte político y poético

El espacio alargado y luminoso del Matta propone la dimensión colaborativa entre la artista Lotty Rosenfeld y la escritora chilena Dialmela Elttit, quien viene de presentar su novela “Falla humana” en la Feria del Libro: “Subrayamos esa colaboración horizontal entre dos mujeres y una reflexión compartida sobre visualidad, escritura y pensamiento”, explica la curadora y ensayista Nelly Richard. 

Tres son las salas y dos los espacios plenos de oscuridad que invitan a sumergirse en los videos, en la Sala PAyS donde se ubica lo “central de la obra que conjuga sus cruces, videoinstalaciones como con la que representó a Chile en la Bienal de Venecia en 2015 (el video ´No fui feliz´ que se exhibe) o la pieza ´Moción de orden´ y distintos videos junto con imágenes del CADA con las acciones del NO+, fotos de la agrupación de Mujeres por la Vida, donde también se juega lo individual y lo colectivo”, enumera.

Claro, también esta “Una herida americana” (1982), la intervención fuera de la Casa Blanca, Estados Unidos y la videoinstalación de esa acción en la Bolsa de Comercio de Santiago, en un año de enorme crisis económica que hizo tambalear el modelo económico de los llamados Chicagos Boys en Chile.

“Hay toda una reflexión sobre el capitalismo financiero, el neoliberalismo, denuncia, acusa con su cruz los monumentos que simbolizan un poder político o de dominación económica”.

Los tiempos expuestos se mezclan: la artista señala con sus cruces de tela pegada al piso lugares emblemáticos en la vía pública al tiempo que la Brigada Laura Rodig del movimiento feminista chileno lo recrea como homenaje: “Fue en 2020, estábamos en pandemia, y fue muy impresionante como la ciudad se volvió a llenar de cruces con este colectivo”, expresa Richard.

Porque, el suyo “también es un trabajo plural que moviliza sensibilidades, voluntades, afectos, hay una recuperación”, lo que hace que “en vez de establecer una cronología lineal” se pongan en paralelo imágenes con cuatro décadas de distancia en “el cruce con el feminismo de ese Mayo 2018 que fue tan importante, pre-revuelta (social) 2019 y antecedente clave en términos de masividad, también de cuerpos desobedientes desde el feminismo y la disidencia sexual, al fin en las calles”, sitúa.

A su vez, las acciones individuales y efímeras ponen el foco en lo colectivo del CADA, el grupo nacido en 1979, conformado por el artista Juan Castillo, el poeta Raúl Zurita, Eltit y el sociólogo Fernando Balcells. Un grupo que tomó ese “gesto” en 1983 como “consigna” bajo el “postulado artístico NO+ elaborado desde el arte, para ser complementado por la ciudadanía”. 

Un NO+ que se extiende en las fotos de Mujeres por la Vida, el colectivo que cobró fuerza en 1985 en su reclamo de justicia y contra las torturas y el regreso de la democracia, y consignas completadas como “NO + violencia” o “No + porque somos más” agrega la curadora.  y afirma “la dimensión colectiva de un sujeto que se va multiplicando”. 

Y entre resonancias varias que se ocupan del “diálogo entre los contextos e historias de ambos países” están los registros de “Traspaso cordillerano” y “Proposición para (entre) cruzar espacios límites” (1983) realizados en la frontera entre Argentina y Chile.

La suya “es una obra intensamente política, pero a la vez y lo que me apasiona, es que junto con ese gesto nítidamente político ella también conjuga imaginarios nómades porque trabaja también sobre la sexualidad, lo vagabundo”. Y agrega: “No es un arte político sociológicamente funcional a una simple protesta, denuncia, sino que hay algo por momentos barroco, a ratos semiindiscifrable”. 

“Es un arte político pero también poético en el sentido de transfiguración del sentido”, apunta Richard. 

“Por eso no me rindo fácilmente a un tipo de activismo artístico, lo valoro mucho, pero siempre echo de menos el trabajo con las poéticas del sentido. Me parece que en Lotty esta la dimensión metafórica plurisignificante de las cruces, del entrecruzar”, concluye.   

“Lotty …” estará disponible hasta el 22 de junio en el CCMatta (Tagle 2762), y hasta el 14 de julio en el Parque de la Memoria (Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745), en CABA y entrada gratuita.

Fuente: Somos Telam